Un talismán se esconde
bajo las piedras, me mira,
y me descubre el rubí
que brilla en el ocaso.
Al llegar la noche,
la intemperie de la luna
observa su blancura,
y duerme,
entre la estrella mas brillante,
que mis ojos divisan.
Hay una llama que aun
el viento aviva, en mis pupilas,
y se alza roja y brillante
para deslumbrar mis ojos,
de incandescente fuego.
Se ha prendido mi silencio eterno,
de voces dulces que trepan
hacia el alba y cantan
en la fuente del sueño.
Mira, hay una flor en mi boca,
naciendo del agua de tus labios
un perfume, que huele a rosas,
con el color del fuego.
©® Isabel Pimentel.
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