Frente a mi, el amanecer
murmura su azul intacto
y clava el aguijón de un rayo de sol.,
en mis ojos
Después vendrán las abejas
mostrando sus alas
escondiendo su miel en el panal
de una primavera.
No es necesario tener ojos,
basta con oír
no es preciso tener pies,
basta con sentir.
Después saldrán en andas
las manos
se tornaran hábiles,
pulirán una rosa con las yemas
de sus dedos, y conocerán el tacto de sus espinas.
Así, no tardara la tarde en enrojecer sus mejillas
ni la noche en oscurecer sus ojos.
©® Isabel Pimentel
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